La música tiene un poderoso efecto sobre nuestro cuerpo. Escuchar determinados tipos de música puede afectar drásticamente a nuestra frecuencia cardiaca, aumentándola o disminuyéndola según el estilo y el género. Por ejemplo, los estudios han demostrado que los potentes himnos del rock aceleran los latidos del corazón de una persona más que una calmante partitura clásica. Los diferentes tempos, instrumentos y letras influyen en cómo reacciona el cuerpo del oyente a la música. La terapia conversacional sugiere incluso determinadas listas de reproducción para potenciar las técnicas de relajación. La música nos afecta de formas de las que quizá no te hayas dado cuenta
La música tiene una poderosa influencia en la forma en que percibimos el mundo que nos rodea. Escuchar distintos géneros y estilos de música puede ayudarnos a ampliar nuestros horizontes, sumergiéndonos en distintas culturas y permitiéndonos explorar diferentes perspectivas. Por ejemplo, escuchar algo como jazz o música clásica puede abrir conversaciones sobre distintos compositores, instrumentos y teoría musical; mientras que algo como rap o hip-hop puede crear una oportunidad para conversar sobre raza, lenguaje y actitudes. En última instancia, el tipo de música que escuchamos con más frecuencia puede moldear la forma en que experimentamos y vemos nuestras vidas, ayudándonos a establecer conexiones con otras personas que comparten gustos musicales similares.
Cuando sales una noche por la ciudad, lo más probable es que te encuentres rodeado de música a todo volumen. Sin embargo, tal vez debas vigilar tus hábitos de consumo de alcohol si piensas quedarte hasta tarde, ya que las investigaciones han descubierto que la gente bebe más deprisa y consume más alcohol cuando se encuentra en ambientes ruidosos, como bares con música a todo volumen. Parece ser que el ritmo de la música a todo volumen estimula el cerebro de las personas, haciéndolas beber a un ritmo acelerado. Curiosamente, los estudios también han demostrado que la mayoría de los que van a bares tienen dificultades para calcular cuánto beben cuando suena música alta, ya que les hace perder el contacto con el entorno. Así que ten en cuenta los efectos del volumen la próxima vez que salgas por la noche a tu local favorito
El entrenamiento musical se ha relacionado con mejoras sustanciales en las puntuaciones de pruebas que miden las habilidades motoras, la coordinación y el razonamiento abstracto. Las investigaciones demuestran que los niños y adultos que participan en el entrenamiento musical muestran un mayor rendimiento en tareas de resolución de problemas, razonamiento espacial y otras actividades cognitivas. Las pruebas sugieren que tocar un instrumento no sólo aumenta el dominio de la música, sino que también ayuda a agudizar las habilidades matemáticas o científicas. Como resultado de la mayor atención prestada a estas capacidades mejoradas, muchos educadores abogan ahora por un aumento de las clases de música y de las oportunidades de enseñanza de instrumentos como parte de los programas regulares de enseñanza. No es sorprendente que la formación musical pueda beneficiar a personas de todos los ámbitos de la vida; desde niños pequeños que descubren la alegría de cantar hasta adultos que buscan una salida creativa con valiosos beneficios para su desarrollo.
La música puede ser un poderoso motivador, por eso mucha gente decide incorporarla a sus entrenamientos. Estudios recientes sugieren que escuchar música durante el ejercicio también puede ofrecer una ligera mejora del rendimiento. Se ha demostrado que la música alivia la fatiga y crea un cambio de humor surrealista que podría permitir a los deportistas alcanzar mayores niveles de concentración y controlar el dolor con más facilidad. Además, escuchar música animada mientras haces ejercicio puede ayudar a mantener un ritmo y un paso constantes, lo que podría hacer que tus músculos trabajasen de forma óptima. Así que ponte los auriculares y disfruta del sonido del éxito
A los 25 años, muchas personas empiezan a pasar a la edad adulta y se asientan mucho más en sus creencias y valores. Esto es especialmente cierto en el caso de las preferencias musicales, lo que lleva a los expertos a creer que, en torno a esta edad, es probable que la gente encuentre y se quede con el género musical que más le gusta. Por lo tanto, es bastante razonable suponer que las personas que disfrutan escuchando un determinado tipo de música en torno a los 25 años podrían acabar gustándoles el mismo tipo de música durante el resto de su vida. Aunque los gustos individuales pueden evolucionar, esto demuestra que hay algo especial en el encanto de la música que nos atrae a una edad temprana y a la que tendemos a permanecer fieles con el paso del tiempo.
Escuchar música puede ser a la vez calmante y energizante, lo que la convierte en una gran opción para los conductores mientras navegan por la carretera. Los estudios han demostrado que escuchar música al volante nos ayuda a mantener la concentración al actuar como distracción auditiva del ruido exterior y de otros pasajeros irritables. Además, la música puede reducir los niveles de estrés y disminuir la tensión arterial, dos atributos que mejoran el rendimiento al volante. Existe cierto debate sobre qué tipo de música es la más adecuada para conducir, pero en última instancia se reduce a las preferencias personales. Los que escuchan música deben elegir melodías que se ajusten a sus preferencias y estados de ánimo individuales para obtener todos los beneficios de la concentración mientras conducen.
Cantar es una herramienta poderosa para combatir la depresión. Los estudios han descubierto que cantar, ya sea solo o en grupo, libera endorfinas y reduce las hormonas del estrés, lo que puede reducir los efectos de la depresión. No sólo eso, sino que también ayuda a crear un ambiente de comunidad y conexión. En otras palabras, cantar puede ser una forma eficaz de aumentar los sentimientos de autoestima y fortaleza emocional. Puede servir como distracción necesaria de los pensamientos negativos y fomentar el desarrollo de afirmaciones y creencias positivas sobre uno mismo. Además, formar parte de una comunidad de canto con personas afines se ha relacionado con una mejora de la confianza en uno mismo y del bienestar mental general. Por lo tanto, está claro que cantar puede ser increíblemente beneficioso para tratar la depresión.
La música es a menudo una experiencia emocional que nos recuerda grandes épocas, experiencias y momentos de nuestra vida. Todo el mundo tiene una canción favorita y suele ser fácil señalar el acontecimiento que hizo que esa melodía en particular fuera tan especial. Tanto si sonó en una reunión familiar, en el primer baile de una boda, en un viaje por carretera con amigos o incluso en un baile lento en el colegio o en el baile de graduación, cada canción favorita tiene una fuerte emoción. Esas canciones permanecen arraigadas en nuestros recuerdos, así como experiencias impactantes de hace mucho tiempo. La música tiene una cualidad trascendente que nos devuelve a esos acontecimientos emocionales clave durante años.
La música tiene el poder de motivarnos, centrar nuestra atención e impulsarnos a cumplir objetivos. Nuestras canciones favoritas pueden invocar emociones poderosas y ayudar a aumentar la persistencia hacia la consecución de esos objetivos. Los estudios han descubierto que ciertos tipos de música desempeñan un papel importante a la hora de ayudar a las personas a mantenerse centradas y motivadas en una tarea determinada. Géneros populares como el rock, la EDM, el folk, el hip hop y el country contienen elementos que aumentan la intensidad de la concentración y dirigen la atención de las personas hacia las recompensas. La música también se utiliza para desencadenar recuerdos: la nostalgia influye en la autorreflexión a la hora de perseguir objetivos a corto o largo plazo. Por lo tanto, introducir una banda sonora cuidadosamente seleccionada en nuestras vidas puede ser una forma estupenda de impulsarnos hacia el éxito.